jueves, 9 de enero de 2014

AMADO NERVO

Amado Nervo
(1870-1919)
INTRODUCCIÓN
Sin duda alguna Amado Nervo, hoy por hoy ha sido uno de nuestros más distinguidos literatos cuya fama ha trascendido las fronteras del territorio nacional. Cultivó el periodismo, la prosa, y la poesía. Sin embargo la fama del poeta ha dejado en segundo término al prosista hay quienes ignoran las mejores prosas de Nervo, pero tienen a flor de memoria no pocos de sus versos esenciales. Sin embargo no fueron sus versos, sino una novela corta, El Bachiller (1895), La primera obra que alcanzó éxito con todas sus consecuencias. Alabanzas y dicterios sirvieron para abrir paso al poeta y difundir su nombre con rapidez. Para algunos, esta primera salida al terreno literario –arrastrando la prueba del libro–, fue solo pretexto de burlas y escándalos; para otros, de visión más clara, El Bachiller tuvo la significación de una pequeña obra rebosante de originalidad y audacia.
Más tarde, el escritor viajero puso de moda, con El Éxodo y las Flores del Camino (1902), una prosa ágil, flexible, colorida matizada de exotismos, que compendiaba el gusto de aquel momento de renovación llamado “modernismo”. Varios años después, el monje laico de Plenitud 1918 se ganó la admiración y el amor de un gran número de lectores en los países hispánicos por su pureza de pensamiento, por su cordial espíritu comunicativo, por la diafanidad y dulzura de sus palabras.
No fueron escasos los volúmenes de prosa publicados en vida de Amado Nervo, no tampoco los que se formaron a raíz de su muerte.
Su prosa no es la del cuentista  ni la del pensador , es decir, prosa que se concreta a narrar o a comunicar los resultados del trabajo mental, sino la de un hombre que cautiva a los demás por las virtudes órficas del canto, cualesquiera que sean las formas de expresión. [1]

BIOGRAFÍA
Amado Nervo era el seudónimo Juan Crisóstomo Ruiz de Nervo y Ordaz poeta y prosista mexicano, perteneciente al movimiento modernista Nació el 27 de agosto de 1870 en la ciudad de Tepic en ese entonces estado de Jalisco, hoy Nayarit, México y murió en Montevideo, Uruguay el 24 de mayo de 1919 fue miembro distinguido de la Academia Mexicana de la Lengua, no pudo ser miembro de número por residir en el extranjero. [2]

Inició tempranamente estudios hacia la carrera sacerdotal, que pronto abandonó. Ya establecido en la capital, en 1894, colabora en un el grupo de la revista Azul, de Gutiérrez Nájera, como lo hará diez años después en la Revista Moderna dos de los más importantes voceros desde México, del triunfante modernismo hispanoamericano.

En 1900 va a Francia, como corresponsal del diario El Imparcial para reseñar la Exposición Universal de París; es en esta ciudad conoce a Rubén Darío con quien establecerá una sólida y permanente amistad, y a Ana Cecilia Luisa Dailliez, la compañera de su vida y cuya muerte, en 1912, ha de motivar su libro póstumo La amada inmóvil. De vuelta a México, se dedica a tareas profesionales pero sin abandonar sus copiosas colaboraciones en periódicos y revistas. En 1905, y ya como miembro del servicio diplomático de su país, se traslada a España. Su estancia en Madrid, que se prolongó hasta 1918- fue el modernista americano que más larga y continuadamente residió en la Península-, corresponde a los años de plenitud de su obra de creación (y de este periodo de su vida ha sido cuidadosamente documentado por Donald F. Fogelquist en su libro Españoles de América y americanos de España). Allí murió Ana Cecilia; y allí prosiguió su incesante labor poética- en Madrid vio la luz la mayor parte de los libros capitales de su última época- y su aún más numeroso trabajo periodístico, que enviaba regularmente a varias publicaciones de la América Hispana. Otra vez de regreso a México, es nombrado, en 1918, Ministro Plenipotenciario de la Argentina, Uruguay y Paraguay. Al año siguiente murió en Montevideo, y el traslado de sus restos a su país natal alcanzó honores continentales. Nervo estaba entonces en el cenit de su fama y prestigio.

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