JOSÉ GOROSTIZA (1901-1973)
MUERTE SIN FIN
La Crítica establece a “Muerte sin fin” (1939) como
uno de los poemas más doctos que han escrito en México. Octavio Paz
consideró “Los extremos que presiden esta obra transparente y vertiginosa” son
Parménides y Heráclito. A mi manera de ver todo esta relacionado con nuestro
mundo interior y en el poema queda plasmada una enorme angustia metafísica:
como un presagio que prevé el fin de la modernidad... Si la que pregonó Rousseau en
el “Contrato Social” donde señala claramente qué la unificación de la
fuerza de cada ciudadano, tenía como único propósito la conservación de la
comunidad y sus instituciones, que se traduce en preservar a la Nación. Ahora la autoridad del Estado día con día es relegada al poder del mercado "Compro, luego existo".
Escudriñando racionalmente en su poema no hay esperanza. El movimiento de su diseño es circular, estéril repetitivo…
todo el proceso es un retorno a la verdadera muerte, la nada absoluta; la muerte
sin fin es la verdadera vida” Conjuga este poema problemas de lógica dialéctica que sólo
de vez en vez aborda la poesía de cualquier lengua, y demuestra que la
inteligencia no esta reñida con la poesía
Esta profunda soledad que es la resultante que
estamos viviendo con la posmodernidad donde el mercado soslaya los valores
actitudinales y convivenciales en pos
de la individualización y desintegración de la otredad.
Además el poema “Muerte sin fin” ha sido incluido, como
es de suponer, en las distintas y sucesivas ediciones de Poesía (1964, 1971 y
sus respectivas reediciones); figura por derecho propio también la edición de
Poesía Completa (1996) que fue preparada y prologada por Guillermo Sheridan; y
desde luego figura en múltiples y muy distintas antologías de poesía mexicana y
de la tradición hispánica (la primera vez que figura en una antología fue en
Laurel de Octavio Paz); pero ahora con motivo de los setenta años de la primera
edición que se cumplen precisamente durante el 2009 el Consejo Nacional para la
Cultura y las Artes de México en coedición con Casa Juan Pablos publican una
Edición conmemorativa bilingüe español/francés de “Muerte sin fin”,
reconociendo ante todo que es la obra maestra del poeta mexicano y como
homenaje a su autor, ya que este año México es el país invitado en el Salón del
Libro de París, para lo cual es lanzada esta edición con ilustraciones de
Emiliano Gironella Parra, acompañada de un estudio crítico de Arturo Cantú, con
traducción al francés de Claude Couffon. Figura también un prefacio de Vilma
Fuentes, texto que originalmente fue incluido en la edición francesa que se
publicó en 1991 y que ahora se recupera para deleite de los lectores de la
tradición hispánica.
Para recordar “Muerte sin fin” en el contexto de los
setenta años de su edición príncipe, es preciso decir que reproduzco la primera
parte del poema, de acuerdo a la fijación realizada por Arturo Cantú y que
figura en la edición conmemorativa de este año como recordatorio para la
tradición poética y para rendir homenaje al autor que cultivó la tradición
lírica del siglo XX con un magisterio determinante a través de versos que
invocan la soledad, la muerte, y por la fuerte meditación alrededor de estos
temas a través del poema…
Rafael Calderón. Historia y Crítica [En Línea] Disponible en: http://www.lahuesuda.com/html/contenido.php?id=188 [Consultado: 10/06/2013, 20:47]
Rafael Calderón. Historia y Crítica [En Línea] Disponible en: http://www.lahuesuda.com/html/contenido.php?id=188 [Consultado: 10/06/2013, 20:47]
“Muerte
sin fin”
Lleno
de mí, sitiado en mi epidermis
por un
dios inasible que me ahoga,
mentido
acaso
por su
radiante atmósfera de luces
que
oculta mi conciencia derramada,
mis
alas rotas en esquirlas de aire,
mi
torpe andar a tientas por el lodo;
lleno
de mí –ahíto– me descubro
en la
imagen atónita del agua,
que tan
sólo es un tumbo inmarcesible,
un
desplome de ángeles caídos
a la
delicia intacta de su paso
que
nada tiene
sino la
cara en blanco
hundida
a medias, ya, como una risa agónica,
en las
tenues holandas de la nube
y en
los funestos cánticos del mar
–más
resabio de sal o albor de cúmulo
que
sola prisa de acosada espuma.
No
obstante –oh paradoja– constreñida
por el
rigor del verso que la aclara,
el agua
toma forma.
En él
se asienta, ahonda y edifica,
cumple
una edad amarga de silencios
y un
reposo gentil de muerte niña,
sonriente,
que desflora
un más
allá de pájaros
en
desbandada.
En la
red de cristal que la estrangula,
allí,
como en el agua de un espejo,
se
reconoce;
atada
allí, gota con gota,
marchito
el tropo de espuma en la garganta
¡qué
desnudez de agua tan intensa,
qué
agua tan agua,
está en
su orbe tornasol soñando,
cantando
ya una red de hielo justo!
¡Más
qué vaso –también– más providente
éste
que así se hinche
como
una estrella en grano,
qué
así, en heroico promisión, se enciende
como un
seno habitado por la dicha,
y rinde
así, puntual,
una
rotunda flor
de
transparencia al agua,
un ojo
proyectil que cobra alturas
y una
ventana a gritos luminosos
sobre
esa libertad enardecida
que se agobia de cándidas prisiones!
No hay comentarios:
Publicar un comentario